jueves, 13 de febrero de 2014

Felipe y Soledad

Se dice que la hora más oscura siempre antecede al  amanecer…

 

“Apenas y llevábamos tiempo saliendo juntos”, decía la mujer consternada aún siendo incapaz de sostener la tibia taza de café que se les ofrece a las víctimas o testigos de algún crimen, como es tan común, a mi ya me parecía una histérica más porque mi corazón era bastante duro, pero no hablemos de mí… La historia que ella me contó un día, tenía que ser escrita, gracias “mija” por la entrevista…

-No se preocupe amigo, usted sabe que para eso estamos, para ayudarnos unos a otros, continúe, no vaya a ser que se ocupe, y no podamos terminar..

“El día pasaba tan lento para mí... Me fascinaba estar a su lado, era tan transparente que yo sentía cuánto  le gustaba… Sabe... Nuestros besos eran eternos, dulces y  a pesar saber que no era perfecto... Era como un espejo de emociones y de fascinación… Tanto, que cuando se me acercó lo sentía tan cerca que se podían ver las motas ambarinas más oscuras... De sus ojos claros…

Cuando se despidió, sólo salió afuera para fumar… De repente me sentí como en otro lugar, en una dimensión dónde puedo observar todo, como que no fuera real… Me levanté detrás de él por esa necesidad de verle para tener paz, el amigo que ha hecho, no tiene buena pinta y a pesar de ser una persona pudiente, inteligente y hasta un poco “vivaracha”.. No creo que vaya a ser del todo malo con quien parece tener total confianza…

Cuando salí, no podía verle, no debieron ir lejos, así que fui en dirección sur, caminé unas eternas dos cuadras, casi hiperventilando, porque la necesidad se transformó en preocupación, me dije a mi misma, “No te aferres... Suelta... Seguro está por aquí, el destino no me haría eso… Todo pasa por algo... “Nada de lo que me decía me podía calmar ya que la realidad era totalmente desoladora... Los intentos de calmarse se transformaron en oraciones y ruegos a Dios para que ya apareciera... Que importaba lo que estaba haciendo o no… Pero no aparecía…

Tropecé con un cubo metálico que resonó como si pudiera despertar a media cuadra pero nada a mi rededor se movía... Miré al piso lentamente porque a través de mí zapato sentía algo pegajoso... Me encontré crudamente con sus ojos... Pero ellos ya no estaban en su cuerpo, eran como dos pelotas de golf en el piso…

No me desmayé de la impresión porque el dolor que sentía en el pecho, me hacía saber que seguía viva, herida, muriendo poco a poco… No podía respirar y me cubría la boca con ambas  manos para ahogar el llanto... Sabía que eso no transcurrió en 3 minutos... No podía dejar de imaginar que la eternidad sin él iba a ser mil veces más fría y mortal…

Me mantuve en silencio mientras las lágrimas rodaban una tras otra sobre mi rostro… Hasta que escuché más ruidos en el pasillo que separaba dos casas a mi derecha en esa vereda… Tomé una de las delicadas pelotas de golf, y ante esa, juré que encontraría a ese maldito y que le haría pagar mi dolor eterno con el suyo...”

-         - Y dígame Soledad, cómo se explica usted en el bar Sánchez con esa arma?...

Dijo El oficial al que entrevistaba:  “Ella temblaba un poco más fuerte, así que decidí no volver a preguntar, debía dejarla a su ritmo o simplemente callaría, sentí que era todo un imbécil sin corazón… después de un par de minutos de silencio, con la mirada cristalizada, todavía fija y casi inaudible susurraba…”

-Después de seguirle muy sigilosamente por unos minutos, me di cuenta de que la sombra estaba expuesta a la luz y cuando vi el rostro asesino de quien se había presentado como nuestro amigo hace poco, Efraín estaba tan alcoholizado... Que apenas tenía control sobre sus movimientos... Se veía iracundo y exigente, encontró una mesa en el bar y enseguida pidió un cuba libre...

Entré ahí  y me mantuve atrás, analizando su comportamiento,  aunque  mi instinto me impulsaba a lanzármele encima y ahogarlo con mis propias manos,  el maldito me había matado el corazón, el espíritu…

Analizando un poco el lugar, encontré a un gordo hombre viejo que tenía cara de cerdo y hasta las rosadas orejas le caían sobre la cabeza... Tenía un arma en su barriga obesa, era un viejo coqueto y yo, como me ve señor oficial, no paso desapercibida ni aunque esté mal vestida…

Vi ahí mi oportunidad, pero de seguro mi mirada intencional lo alertó y se cerró la chaqueta  con todo y brazo dándome una bofetada que me lanzó al piso y me golpeó la espalda contra algunas sillas…

Inmediatamente el asesino sacó su arma y disparó matando al cerdo y haciendo que el arma del mismo vuele por el salón hasta el otro extremo… El tipo seguiría disparando así me moviera o no, me había visto ya, era un testigo y de seguro me mataría. Así que decidí ponerme en acción y gatee lo más rápido que me he movido en mi vida y finalmente alcancé el arma…”

-Pero para ese entonces ya tenías al oficial Gang de tu lado, cómo él apareció en la escena?.. Soledad, entiendo que es difícil contar las cosas tan detalladamente, pero tienes que hacerlo cronológicamente, me vas a perder a mí, y a todos en esta historia...

Soledad le brindó una sonrisa corta e irónica, como burlándose… Y continuó…

-“Al tomar la pistola en mis manos, vi que estaba cargada y sabía que había disparado al menos dos balas y que quedaban suficientes tiros... Me refugié detrás del mesón de la barra, pero era de madera y si al maldito no se le hubieran acabado las balas, me mataba… Silencio... Luego empezó a gritar groserías mientras el oficial Gang le apuntaba a las espaldas amenazándolo para que suelte el arma…

Era mi oportunidad, aproveché el descuido y me levanté firme y decidida a llenarle el pecho de balas, para que sienta el frío dolor que me había hecho sentir…

Lo miré y le dije... Sabes lo que hiciste maldito, YO MISMA TE VÍ... Habiéndote brindado ayuda, hablado contigo y confiado en ti!... Te vas a morir por que me mataste el alma a mí!... El tipo se desintegró... Como que hubiera revivido a su madre en mis palabras, agachó la cabeza un poco, pensando y mirándose las manos vacías…

Quise seguir hablando pero mi mirada lo decía todo, las lágrimas salían de mis ojos ya con demasiado dolor… Había vivido estos minutos por una promesa  y sabía que al disparar también moriría y que la muerte era un destino para todos gracias al error de dejarlo ir…

El oficial Gang alzó la voz con una gran firmeza y dijo: “ Soledad, dónde está el cuerpo de Felipe?, usted dice que éste hombre lo mató pero dónde está?, Soledad, cálmese, no debería matar a este hombre, se va a arruinar la vida y si Felipe ya mismo vuelve?"...

Soledad le dijo: Reconoces esto!? Y de su bolso sacó la tarjeta digital que Felipe usaba para entrar en su oficina… Felipe existe, y yo sé lo que vi... Bajó su arma lentamente y dijo dirigiéndose al cabizbajo Efraín... Mi dolor, maldito asesino, no lo vas a experimentar si te mato ahorita sabes?.. Tienes que morirte cada día con el peso que has cargado, todos los días hasta que te mueras de viejo y tus huesos se pudran en la cárcel!!..

Así se habla Soledad, Dijo Gang mientras apresaba al paralizado Efraín que apenas y se daba cuenta de la realidad de lo que había hecho, no se decía inocente, pero en ningún momento declaró su culpa…

Miré nuevamente la tarjeta magnética, y me dí cuenta de que esa era su única prueba de existencia, de que había sido real el paraíso y de que... Aunque me moría, se había hecho justicia... Y fue ahí donde decidí sentarme a llorar…”


Luzdeluna

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