Mientras caminaba por la calle, miraba el borde de la vereda y equilibrando en el filo amarillo, se imaginaba el borde de un gran barranco.. Profundo, sin final. La necesidad de encontrarse al borde del infinito la llama.. Nunca cae del borde, solamente lo observa atenta, la añoranza de la caída libre de la mente es lo que le queda, le hace eco continuamente...
Al terminar la vereda, está la calle, donde los autos van y vienen, se acerca de frente a verlos venir en su dirección, se fija que dentro de cada uno se encuentra una vida, un objetivo, una preocupación individual, una idea y hasta una canción, mira las características de ellos, sus expresiones, sus vicios de frente, por unos segundos, la velocidad de las vidas yendo montadas sobre artefactos que les abrigan del frío, de la lluvia, que les hace permeables a la realidad..
El asfalto se transforma en un río que toma la temperatura del exterior, soportando las carcasas de las ideas de los que están dentro de los artefactos, las luces se encienden al enfrentar la oscuridad de la tarde, que se apagó mucho mas temprano que normalmente..
Cuando atraviesa el río sobre las blancas franjas que le dan algo de los beatles a la escena, se detiene en la esquina a mirar que muchos otros acuden a las mismas franjas para cruzar el río... El mundo continúa girando mientras ella se detiene a mirar...
El movimiento no terminará nunca.. Las imágenes tienen adentro una historia, se presentan en masivas cantidades, a donde mira, hay vida.. La vida a la que pertenece, pero al mismo tiempo de la que está ausente..
Las sonrisas se difuminan como las pinturas a carboncillo que han sido mojadas por las gotas de lluvia..
La lluvia que esta vez moja su cabello y deja caer el rojo del color de la elegancia y la fortaleza se difumina hasta dejarla pálida y bella...
La gente siempre la mira al pasar.. Miran su exterior.. Se sorprenden, se admiran, la elogian.. Pero como todo en la calle.. Todos... simplemente... pasan....