En medio de la noche.. Ella tenía que cruzar por un gran terreno baldío . Este lugar era el escenario donde muchas historias se vivían cada tarde.. Cuando caía la noche, el terreno se hacía inhóspito, se vestía de luces y personajes que ensombrecían el terreno donde jugaban; "Ahí vienen los peruanos!". Era la frase favorita de los niños para despedirse, y aterrados entraban a las casas, pues las luces de la carretera enfocaban las esquinas y hasta la sombra de los mismísimos monstruos a los que llamaban "peruanos" se aparecían para deleitar su gran imaginación a su corta edad...
No tendría más de 5 años, y sin saber que estaba siendo vigilada por su madre desde la ventana, desobedeció la orden de su madre que le ordenó ir a las carreras, y bajó la velocidad hasta solamente caminar...
Al mirar al cielo, descubrió que la oscuridad no era un todo en ese momento, que en el cielo, se extendía un tapiz de luces brillantes pequeñas que se reflejaban el la arena del terreno, dándole una iluminación natural bastante agradable.. Empezó a ver sin miedo las partes para ella más tenebrosas, la luz cubría hasta los más recónditos lugares..
Al sonreír, escuchó una voz, grave, que detrás de ella balbuceaba con un tono de calidez, que no dejó de sorprenderla.. Su madre le había enseñado que no debe escuchar a los extraños, y que cualquier hombre adulto es una amenaza.. Pero como era el día de desobedecer, tal vez, el "peruano" no era tan malo..
Miró hacia atrás, para tener enfocado al hombre que tenía la boca llena de dulzura, entre sus balbuceos halagaba la luna, la claridad, la luz de la noche, con cierta rima popular costeña, ella no lo miraba a los ojos, por lo que su rostro nunca se le grabó en la memoria...
Aquel hombre tenía un aspecto pobre, descuidado, era un mendigo, sus zapatos eran apenas unas sandalias.. Pero la iluminación que las luces le daban, le decía a ella, que no debía temer, y en ese momento los balbuceos se hicieron audibles y escuchó...
-"Si ves, niña, esa estrella al fondo, que brilla más que ninguna otra?"
-Asintió mirando hacia el cielo.. Ya había visto la estrella mucho antes, le gustaba, era su favorita...
-"Esa estrella, es tu lucero.. A dónde vayas, te va a seguir y te va a cuidar"..
- Ella sonrió.. Había entendido todo!.. Lo sabía desde antes.. Agradeciéndole las palabras con un alegre gesto, emprendió su camino final hacia la luz del otro lado del terreno...
Cuando volvió sobre sus huellas en la arena, nunca encontró las huellas del "místico mendigo peruano"..
Pero siempre que mira al cielo, se detiene a observar el lucero, y siente que es esa alma, es la que en realidad la está cuidando....